Una mirada a Hábitat, serie documental nacional de naturaleza que muestra nuestra biodiversidad con imágenes deslumbrantes
El martes 13 de agosto se estrena
en televisión abierta Hábitat, una producción uruguaya de seis capítulos que
busca acercar al público a alguna de las tantas especies que habitan nuestro
territorio y sensibilizar sobre su conservación y la de los ambientes en que
viven.
Hacer documentales de naturaleza
es un asunto muy costoso, que requiere muchísimo tiempo y recursos. El proceso
suele implicar un trabajo de preproducción extenso y minucioso en busca de
locaciones, especies y especialistas que las estudian, disponibilidad para
pasar un montón de horas en el campo –a menudo vanamente–, el uso de tecnología
de punta para captar imágenes en condiciones desafiantes o lugares inaccesibles
para el ser humano y, sobre todo, mucha paciencia y flexibilidad para cambiar
de planes. Los animales rara vez hacen lo que uno espera y en el momento en que
uno quiere.
Ni siquiera contar con la
billetera aparentemente inagotable de la BBC u otras grandes cadenas dedicadas
a este género asegura el éxito. Está lleno de ejemplos en los que equipos
grandes de filmación pasan años buscando en vano una especie o esperando que
exhiban un comportamiento determinado, y también frustrándose por imprevistos
que escapan a su control.
No es raro entonces que muchos
países tengan dificultades para producir documentales de calidad sobre sus
propias riquezas naturales. Este es un género dominado por Europa y América del
Norte, lo que implica obviamente un sesgo que margina no sólo a especies,
ambientes y realidades, sino también la mirada que se ofrece sobre ellos.
Un trabajo publicado en 2023, que
analizó los documentales de naturaleza realizados entre 1918 y 2021, mostró
justamente una sobrerrepresentación de especies (con una abrumadora mayoría de
vertebrados) y también de algunos hábitats, con la selva tropical como el gran
escenario dominante en la producción del rubro.
La forma en que esta industria muestra el mundo natural no es un tema menor. En la crisis de pérdida de biodiversidad en las que nos encontramos, caracterizada por una desconexión creciente entre las personas y la naturaleza, los documentales se han vuelto una herramienta poderosa para transmitir los desafíos de una naturaleza bajo asedio. Lo que no aparece retratado allí se vuelve invisible para un buen porcentaje del público.Por eso mismo, el inminente estreno de una serie documental nacional sobre naturaleza, que busca acercar al público las especies nativas, sus historias y los ambientes en que viven, es tanto una proeza como un motivo de celebración. De eso trata justamente Hábitat, serie de seis capítulos que se filmó a lo largo de dos años y se estrena el martes 13 de agosto a las 22.00 en TV Ciudad.
Arde Ardea
El primer capítulo de Hábitat, titulado “Ardea: entre el agua y el fuego”, marca el tono de lo que se verá a lo largo de toda la serie: está hilado por una narración poética y pausada que mezcla datos de los animales con leyendas, relatos y mensajes sobre la conservación.El nombre del primer episodio alude a los ardeidos, familia de aves que conocemos comúnmente como garzas y cuyos representantes en Uruguay protagonizan esta primera entrega, pero tiene también otras lecturas. Es un juego de palabras con los efectos del fuego, cuyos riesgos para la fauna y flora se mencionan en el capítulo (no así los efectos benéficos que puedan traer para, por ejemplo, el ecosistema de pastizal en algunas ocasiones, como indican recientes investigaciones), a la vez que constituye una excusa para hablar del origen mítico de las garzas, que, según narra el poeta Ovidio en Las metamorfosis, surgieron de la incendiada ciudad romana de Ardea
Esta exploración de los vínculos
entre las especies y las leyendas está presente a lo largo de toda la serie,
aunque casi siempre centrada en el legado de los pueblos originarios de esta
región y su conexión con los ambientes y los animales.
Es la belleza de las imágenes,
sin embargo, el punto fuerte de Hábitat. Acompañada por una banda sonora
emotiva y bien combinada con los sonidos de la naturaleza, la cámara revela a
los espectadores la grandiosidad de ambientes a menudo subvalorados, ya sea a
través de nuevos ángulos (como los que permiten los drones) o de una dirección
de fotografía que encuentra las condiciones ideales para captar postales
imponentes de algunos de los ecosistemas de nuestras tierras. El océano, las
lagunas costeras, los palmares, los humedales, los pastizales, los montes
nativos, las serranías y las quebradas adquieren en Hábitat una cualidad
exuberante y casi hipnótica, que deja varias escenas memorables.
La serie no hace énfasis en el
concepto de hábitat para ordenar la narración de los capítulos según el
ambiente. Las garzas de “Ardea” nos permiten apreciar los humedales y las
lagunas costeras, sí, pero aparecen mezclados en el mismo episodio otros
ambientes y especies, que se unen al relato con un ritmo sosegado que parece
buscar más un ánimo de contemplación y conexión con los lugares y animales que
en hilvanar una sola historia o describir las dinámicas de un determinado
ecosistema. Hay alusiones cruzadas a lo largo de la serie, y las especies
protagonistas de un capítulo también hacen cameos en otros, a veces incluso con
escenas más espectaculares que en sus segmentos, como ocurre con la garza
amarilla “bailarina” en el episodio dedicado a los flamencos.
En esa búsqueda siempre hay
hallazgos. En “Ardea”, por ejemplo, los espectadores presencian un encuentro
inusual con el enigmático urutaú, el “pájaro fantasma”, y luego visitan los
garzales de los bañados del este, donde los ejemplares adultos resisten como
pueden las demandas de sus crías.
Cría cuervos y te cambiarán los nombres
Esa intersección de cultura, estética, fauna y conservación, que juega también con las palabras, alimenta el tono narrativo de toda la serie. “Cría cuervos: el encuentro de dos mundos” usa como punto de partida el nombre común que los europeos asignaron a los buitres americanos –porque les hacían recordar a los cuervos europeos, con los que no están relacionados–, para hablar del encuentro entre conquistadores y conquistados en nuestro continente, y de las formas en que las culturas del Viejo Mundo y el Nuevo Mundo consideraron a estos animales.
Este episodio, uno de los puntos altos de la serie, sigue a una pareja de cuervos de cabeza negra mientras cría a dos pichones y aprovecha para mostrar imágenes impresionantes de las tres especies de buitres americanos que habitan en nuestro territorio. “Cara cara. Nuestro tesoro más preciado” es otro episodio destacado. Usa el nombre científico del carancho para jugar con la idea de las aves rapaces nativas como protagonistas de un western local –la música ayuda mucho–, en el que el tesoro más preciado al final no es el oro que buscaban los conquistadores, sino el agua.
Además de lograr varias imágenes
notables de muchas rapaces que habitan nuestro país, con destaque especial para
el ñacurutú, se meten en la “alcoba” de dos caranchos para registrar su cortejo
y cópula. En plan de divulgar intimidades, ya que estamos, vale contar que este
capítulo tiene también tomas excelentes del apareamiento de dos sapitos de
Darwin, por más que no esté muy relacionada con el tema central.
En “Migrantes. Una historia
americana”, Hábitat regala secuencias muy bellas de varias especies nativas que
migran, como la ballena franca, la tortuga verde, el flamenco austral y los
chorlos playeros, y relaciona sus historias con las de los primeros migrantes
humanos que llegaron al continente y aquellos que hoy en día se ven empujados a
buscar nuevos horizontes.
El último capítulo, “Ñandú Pysa.
En el espacio y el tiempo”, tiene como protagonista al ñandú, que oficia de
guía para dar a conocer otras especies típicas de los pastizales y reconectar
con nuestro pasado indígena, en un intento por advertir la necesidad de buscar
nuevas formas de relacionarnos con la naturaleza para seguir viviendo en el
planeta.
El episodio que más se sale de
tono es el tercero, “El gran baile. Un cuento de flamencos”, en el que las
imágenes de los flamencos y otras especies típicas de nuestras lagunas costeras
son usadas para contar una ficción que reversiona a Horacio Quiroga. Está lleno
de secuencias disfrutables, pero la decisión artística desdibuja los aspectos
divulgativos y tampoco termina de cuajar como relato en sí.
Maravilla en el país de las vacas gordas
Hábitat es una serie inspiradora, con el enorme mérito de acercar al público uruguayo maravillas naturales a menudo ignoradas de nuestra tierra. Para lograrlo apela a lo estético, a lo emotivo y al sentido de pertenencia que genera conocer lo que tenemos, a la vez que advierte sobre lo mucho que podemos perder si no cambiamos nuestra forma de producir y de habitar los espacios naturales. En este círculo virtuoso, el eslabón menos fuerte es quizá la parte narrativa. La línea temática de los capítulos es a veces tenue, y las conexiones entre los temas importantes y diversos que tocan no siempre cierran bien. La identificación de cada episodio con un elemento de la tabla periódica o un compuesto (carbono, fósforo, oro, oxígeno, calcio, agua) marca un segundo hilo conceptual que, sin embargo, termina colaborando en la dispersión de la información y atenta contra la cohesión de algunos relatos. Eso no impide disfrutarlo, y sin duda habrá muchos espectadores que aprecien más el estilo abierto y evocador de Hábitat que el de los documentales tradicionales de naturaleza.
La serie transmite información
relevante y aporta datos valiosos y bien fundamentados sobre los ambientes y
especies de nuestro país, sobre todo cuando habla de aves, pero su foco amplio
puede haberle jugado en contra a la hora de detectar algunos errores. Por
ejemplo, cuando se atribuye a Charles Darwin el nombre científico del sapito de
Darwin Melanophryniscus montevidensis (fue descrito por Rudolph Philippi 70
años después de la visita de Darwin a Uruguay), o cuando se manejan algunos
conceptos evolutivos en forma poco precisa, como atribuir al mecanismo de la
selección natural la muerte de un pichón de cuervo por depredación.
Abundan las tomas aisladas pero
excelentes de muchas especies que no protagonizan los capítulos. Colocar sus
nombres comunes y científicos en el momento en que aparecen, en vez de listarlos
al final, habría colaborado en darles más relevancia.
Ninguno de estos detalles menores
le quita valor al conjunto, que tiene el mérito de revelar la naturaleza de
nuestras tierras con una belleza que pocas veces se exhibe en televisión. Los
seis capítulos son una celebración de nuestra biodiversidad, una advertencia
sobre su cuidado y a la vez un llamado a la acción para cambiar el futuro.
Nos muestran además que para deslumbrarse ante la naturaleza no hay que ir hasta la selva tropical o ni siquiera depender de los documentales más famosos. Basta con abrirse a nuevas miradas sobre lo que tenemos muy cerca.
Serie: Hábitat (seis episodios de
25 minutos)
Plataforma: TV Ciudad (martes a
las 22.00)
Dirección: Manuela López y
Exequiel Caldas
Producción: Atenea Colectivo
Films. FUENTE. LA DIARIA
Desarrollan sistema de indicadores para evaluar el desempeño ambiental de la actividad agropecuaria de cada rincón del país
La herramienta, desarrollada por el INIA y la Udelar, permite obtener un conjunto de indicadores con base en información satelital para conocer el impacto de las actividades productivas sobre el ambiente y poner en práctica estrategias para lograr sistemas más sostenibles.
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