HOY 20 DE FEBRERO DE 2023 COMENZAMOS APORTANDO EN UNA NUEVA PÁGINA
.......................................................................................................................................
22 de mayo de 2025
Uruguay apuesta por la silvicultura pese a la preocupación por la contaminación
Viajar por el interior de Uruguay
es encontrarse con un paisaje repetitivo de soja y eucaliptos. Donde acaban los
bosques de una empresa empiezan los de otra. Las líneas paralelas de eucaliptos
forman oscuros corredores, donde los árboles crecen durante aproximadamente
diez años antes de ser talados, pelados y cargados en enormes camiones para su
procesamiento.
En 2023, más de 1,1 millones de
hectáreas estaban dedicadas a monocultivos de eucalipto y pino, aproximadamente
el 6% de la superficie de Uruguay. A medida que aumenta la preocupación por los
daños medioambientales asociados a la industria de la celulosa y el papel de
Uruguay, aparecen en el horizonte planes de expansión.
En 2024, la celulosa se convirtió
por primera vez en el principal producto de exportación de Uruguay, superando
la carne vacuna. Representó el 20% del total de las exportaciones anuales de
Uruguay, generando unos ingresos de más de 2.500 millones de dólares. Sólo dos
empresas dominan el mercado: la finlandesa UPM, con dos plantas, una en el
departamento de Fray Bentos y otra en el de Durazno, y Montes del Plata, con
sede en el departamento de Colonia, en el suroeste de Uruguay.
China fue el principal destino,
recibiendo el 42% de las exportaciones uruguayas de celulosa. Dialogue Earth
habló con Ignacio Bartesaghi, que dirige el Instituto de Negocios
Internacionales de la Universidad Católica del Uruguay, quien afirma: “China es
un socio clave en este y otros productos, pero especialmente en el caso de la
celulosa, y el potencial para un mayor crecimiento de la producción de
celulosa”.
En sus últimos planes de
mitigación del cambio climático –presentados a la ONU en 2024 y que abarcan
hasta 2035–, el gobierno de Uruguay declara su intención de aumentar la
superficie de plantaciones forestales en un 20% de la superficie total
registrada en 2020. También prevé mantener la misma superficie de “tierras de
bosque nativo” registrada en 2012 (aunque existe una falta de acuerdo general
sobre cómo definir este término).
La presidenta de la Sociedad de
Productores Forestales de Uruguay, Lucía Basso, sostiene que “hay espacio para
más” plantaciones de eucaliptos. Basso espera, al igual que el gobierno, que el
país alcance los 1,8 millones de hectáreas forestadas en 2050.
La silvicultura, motor de la política
El sector forestal uruguayo se
vio impulsado en 2005, cuando Uruguay cerró un acuerdo con UPM (entonces
denominada Botnia) para la construcción de una planta de celulosa. Así nació la
primera planta de celulosa en la costa del río Uruguay, situada en el
departamento de Fray Bentos, en la frontera occidental del país con Argentina.
“El desarrollo de esta industria
es el resultado de una acertada política estatal, la Ley Forestal”, explica
Bartesaghi, “que junto con otra política sobre zonas francas y puertos francos
ha permitido que fluyan hacia el sector inversiones por valor de varios miles
de millones de dólares”.
La Ley Forestal de 1987 ha
impulsado el sector de diversas maneras. Habilitó subvenciones y exenciones
fiscales. Definió los suelos de prioridad forestal, que en general se trata de
suelos poco productivos para fines agrícolas aunque sí permiten la ganadería de
pastizal que caracteriza al país. Estableció la necesidad de un aval de la
Dirección General Forestal del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca
para que un proyecto de plantación pueda seguir adelante; las nuevas plantaciones
de entre 40 y 100 hectáreas deben registrarse ante el gobierno; y los proyectos
de más de 100 hectáreas deben superar un proceso de autorización medioambiental
antes de su establecimiento.
En junio de 2023 se inauguró la
segunda planta de celulosa de UPM en Uruguay. Ubicada próxima a la ciudad de
Paso de los Toros, la planta recibe 1.300 camiones de troncos e insumos
químicos por día y puede producir 2,1 millones de toneladas de celulosa por
año. Los troncos se trituran en lo que se denomina “chips”, luego se cuecen a
presión y se someten a un lavado intenso. Para ello se utilizan 129 millones de
litros de agua al día, que se devuelven al río Negro después de diez ciclos.
Luego, la pulpa viaja a los puertos de Montevideo y Nueva Palmira en un tren de
carga que comenzó a funcionar en 2024. Y sale del país.
Contaminación forestal
Incidentes recientes, como el
vertido de ácido sulfúrico en la planta de UPM en Fray Bentos a mediados de
marzo, están suscitando preocupación por el impacto medioambiental de la
industria de la pasta y el papel de Uruguay. La planta de Paso de los Toros
acumuló 11 sanciones durante su construcción y el Ministerio de Ambiente le
impuso multas por cada una de ellas. A esto han seguido tres incidentes desde
su inauguración, entre ellos vertidos de soda cáustica (investigados por el
ministerio en setiembre de 2023) y celulosa en cursos de agua.
En 2017, Daniel Panario,
investigador científico de la Universidad de la República, fue coautor de un
informe en el que se analizaba el proyecto Paso de los Toros de UPM para
Serpaj, una ONG de derechos humanos. Más allá de la contribución que estos
proyectos de forestación pueden hacer a la captura de carbono, el informe pone
de relieve sus efectos negativos. Por ejemplo, la demanda de agua de los
eucaliptos, que no son autóctonos de Uruguay, puede generar desequilibrios
hídricos en los suelos del país, lo que reduce la cantidad de agua que fluye a
los acuíferos para alimentar los ciclos hídricos locales.
Según Panario, otro problema son
las raíces de los eucaliptos, que se extienden horizontalmente y compiten por
el espacio. Esto añade una barrera al movimiento de la materia orgánica a
través del suelo, lo que acelera su acidificación.
Panario también señala que, más
allá de los vertidos de la planta, el agua contaminada vertida desde Paso de
los Toros contribuye a densas floraciones verdes de cianobacterias en el río
Negro: la contaminación aumenta la disponibilidad de nutrientes en los cuerpos
de agua, lo que está alterando los ecosistemas acuáticos. Esto ha provocado,
por ejemplo, grandes depósitos de cianobacterias en las playas de Palmar, un
destino turístico. “Tienes que cerrar la ventana, es difícil concentrarse. Vas
a sentarte a estudiar y sientes el olor”, dice el veterinario Juan
Aguirrezabala. Vive en Palmar desde hace siete años y ha colaborado en las
autopsias de los animales encontrados tras beber del embalse.
Dialogue Earth se puso en
contacto con UPM con relación al vertido de ácido de Fray Bentos. La empresa
remitió estos asuntos a las autoridades medioambientales. El Ministerio de
Ambiente comunicó a Dialogue Earth que UPM aún está dentro del plazo para
responder a su solicitud de información sobre el último incidente. Dice que no
se descartará una fuerte sanción si se detectan irregularidades.
En su sitio web, UPM comparte
información sobre la sostenibilidad de su negocio. Afirma que el 40% de su
tierra se destina a actividades ganaderas, conservación de recursos naturales e
infraestructuras. Describe cómo su producción utiliza un sistema de economía
circular, con un control constante del agua y medidas para minimizar el impacto
medioambiental.
Consecuencias comunitarias
Edgardo Gutiérrez Lavié, concejal
del Partido Nacional en Paso de los Toros, sostiene que los residuos que quedan
en la ciudad son importantes. Dice que puede ver la planta al otro lado del río
desde la puerta de su casa, pero también puede sentirla: hay un “olor a
humedad” en el aire y “un zumbido constante” procedente de las chimeneas.
“Hay problemas respiratorios, de
vista, de secreción nasal”, añade. “Hay muchas cosas que contaminan, porque lo
que sale de esa chimenea no es sólo humo [ordinario]. Tiene muchas toxinas”.
En los informes presentados a la
comisión de seguimiento, UPM afirmó que “no se han observado contingencias
medioambientales significativas asociadas a la matriz aérea”. UPM también dijo
que no había recibido muchas quejas. No obstante, la empresa reconoce que “se
han producido superaciones de los límites diarios establecidos [de vertido
químico] y una frecuente aparición de venteos de gases olorosos diluidos,
especialmente durante los primeros meses de funcionamiento”.
Mientras tanto, los manifestantes
en las reuniones de la alcaldía han estado exigiendo viviendas para las 12
familias del asentamiento de La Balanza. Afirman que estas familias fueron
excluidas de la entrega por parte de UPM de 60 viviendas al Estado en 2023, que
incluía viviendas reutilizadas que habían sido usadas anteriormente por los
trabajadores que construyeron la planta.
Uno de estos peticionarios es
Lucas Correa, de 84 años, que también lamenta la falta de puestos de trabajo
creados por UPM. “Muchas personas que estaban en el asentamiento con nosotros
venían de otros lugares en busca de trabajo a través de UPM, pero hoy en día
los puestos de trabajo aquí los proporciona el municipio, y muchas personas
heredan los puestos de trabajo de sus padres. Y los demás vivimos al día o nos
vamos a otro sitio a trabajar. La cosa está difícil”, dice.
La demanda de viviendas y puestos
de trabajo en Paso de los Toros contrasta con lo que ocurre en la ciudad de
Durazno, unos 60 kilómetros al sur. En Durazno viven muchos de los que se
desplazan a diario para trabajar en la planta de Paso de los Toros, y el
mercado inmobiliario es fuerte allí.
El intendente de Durazno, Carmelo
Vidalín, destaca la instalación de un nuevo vivero de UPM y la llegada de 15
empresas de transporte. Entre todas generan unos 600 puestos de trabajo
vinculados a la fábrica. Añade que viene defendiendo que la red de trenes de
UPM se habilite también para otras mercancías, y para pasajeros. Vidalín
admite, sin embargo, que “los resultados en general han sido negativos en
términos de contaminación”. Afirma que siempre ha recibido buenas respuestas de
UPM y de las autoridades nacionales durante los incidentes de contaminación.
Henry Rosano vive a 200 metros de
las vías del tren en Durazno. Fue maquinista durante la construcción de la
planta de Paso de los Toros y se dedicó a UPM; aún aprovecha las oportunidades
laborales que ofrece la planta. Sin embargo, Rosano habla con cautela. Cree que
UPM “dio mucho trabajo a la gente”, pero afirma que el principal beneficio –la
planta de celulosa– no favorece a los uruguayos.
Rosano propone hacer balances
dentro de 40 o 50 años para saber “si ha valido la pena o no”. Y concluye: “Eso
lo sabrán los que vengan después de nosotros”. Claro que, si el ambiente ha
sido dañado, saberlo dentro de medio siglo será entonces demasiado tarde. Fuente: La Diaria mayo 2025
------------------------------------------------------------------------------
1ERO DE FEBRERO DE 2025
INTERESANTE PARA COTEJARLO CON NUESTRA REALIDAD.
..........................................................................................
Desarrollan sistema de
indicadores para evaluar el desempeño ambiental de la actividad agropecuaria de
cada rincón del país
La herramienta, desarrollada por el INIA y la Udelar, permite
obtener un conjunto de indicadores con base en información satelital para
conocer el impacto de las actividades productivas sobre el ambiente y poner en
práctica estrategias para lograr sistemas más sostenibles.
Un equipo de investigadores del Instituto Nacional de
Investigación Agropecuaria (INIA), de la Universidad de la República (Udelar) y
de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Argentina, desarrolló un conjunto de
indicadores para medir, en campos de todo el país, el impacto de la actividad
agropecuaria sobre el ambiente. Con este trabajo se busca obtener información
clave para la toma decisiones, a nivel predial y nacional, que mejoren la
sostenibilidad.
“Enfrentamos el desafío de construir sistemas agropecuarios más sostenibles en todas sus dimensiones, desde los puntos de vista ambiental, productivo, económico y social”, dice José Paruelo, investigador principal referente del INIA, profesor de la Udelar y de la UBA, y destacó el rol que ocupa la ciencia en este proceso. “La responsabilidad del sistema de ciencia y técnica vinculado al sector productivo es, por un lado, generar conocimientos para entender cómo funcionan estos sistemas y, por el otro, desarrollar tecnologías que permitan lograr transiciones hacia sistemas más sostenibles, que emitan menos carbono, preserven la biodiversidad y cuiden la salud del suelo”, afirmó.
La iniciativa ya fue adoptada por el gobierno, que en 2022
anunció la primera huella ambiental de la ganadería nacional, generada a partir
de 15 indicadores de desempeño ambiental. Con esto se apunta a preparar al país
para responder a las demandas de los mercados internacionales más exigentes y,
al mismo tiempo, contar con bases objetivas para definir políticas públicas.
Recientemente, el equipo de investigación amplió el uso de la herramienta
incorporando ahora la agricultura, la actividad que representa los mayores
desafíos que hay por delante.
Agricultura versus ganadería
Un estudio, publicado recientemente en la revista Ecological
Indicators, permitió comparar el desempeño ambiental de la agricultura, la
ganadería y sistemas mixtos (agrícola-ganaderos) de Uruguay mediante la
utilización de siete indicadores sinópticos de sostenibilidad, que están
basados en datos provistos por satélites y en el uso de modelos biofísicos. El
trabajo abarcó predios de más de cinco hectáreas en 99.990 padrones rurales de
todo el país.
Según esta publicación, la ganadería sobre pastizales naturales
arroja el mejor desempeño ambiental en todas las dimensiones analizadas,
seguida por los sistemas mixtos y, por último, por los agrícolas.
Respecto de la producción ganadera, la agricultura presenta
una menor proporción de hábitats naturales y una mayor apropiación humana de la
productividad. Este indicador se refiere al porcentaje que se llevan los
humanos de la productividad total de un sistema y a la energía que queda
disponible para la red trófica (es decir, para el resto de organismos de ese ecosistema
a partir de la vegetación restante que aportará energía a insectos, aves y
demás) y permite estimar “la intensidad del uso del suelo”, como indica el
trabajo. Por ejemplo, al cosechar la soja o el maíz el productor se apropia de
los granos que sembró, pero en el suelo quedan raíces que luego se descomponen
y cumplen funciones ecológicas fundamentales, como la fijación del carbono, que
ayuda a disminuir las emisiones netas de gases con efecto invernadero.
Los sistemas agrícolas más intensivos también mostraron una
menor conservación del suelo y una mayor tendencia a sufrir erosión, y
arrojaron una menor oferta de servicios ecosistémicos, que son los beneficios
que aporta la naturaleza para dar sostenibilidad al ecosistema.
“Pese a estos resultados, se advierte que la agricultura
tiene una oportunidad de mejorar su desempeño ambiental, debido a que todos sus
indicadores mostraron una gran variabilidad”, comenta Paruelo. Es decir que los
establecimientos con mejores performances en ciertas dimensiones podrían servir
de referencia para implementar mejoras en otros predios, incorporando cultivos
de servicio, rotaciones y otras prácticas sostenibles.
En este sentido, se destaca que, por ejemplo, una mayor
diversidad de tipos funcionales de ecosistemas aumenta la biodiversidad y la
oferta de servicios ecosistémicos, con implicancias en la ganancia de carbono,
en el mejor aprovechamiento del agua y en la oferta de hábitats para distintas
especies. Los “tipos funcionales de ecosistemas” permiten diferenciar los
cultivos en función del manejo. Por ejemplo, si un cultivo de soja estuvo
antecedido por un barbecho químico o por un cultivo de servicio, el
funcionamiento de ese agroecosistema es distinto, porque va a absorber agua y
evapotranspirar, emitir o capturar carbono de un modo diferente. Lo mismo si se
siembra un maíz de ciclo corto o largo, de manera temprana o tardía, esa
distribución en el tiempo aumenta la diversidad de los tipos funcionales.
La información de los indicadores de desempeño ambiental es valiosa a nivel predial, para determinar las mejores prácticas de manejo, pero también a escala regional, porque los problemas a nivel lote también impactan sobre un paisaje más amplio. “Si un establecimiento tiene problemas con el agua o con los efluentes, ese impacto va a redundar en los campos vecinos y posiblemente en toda la cuenca, aportando sedimentos o contaminación con nutrientes a un reservorio de agua y afectando el consumo de agua potable”, ejemplifica Paruelo.
Huella ambiental
La ganadería bovina uruguaya se destaca por producirse en una
gran proporción sobre hábitats naturales, principalmente pastizales, que se
extienden sobre el 51% del área terrestre del país. En total, más de nueve
millones de hectáreas se encuentran bajo este sistema agroecológico.
“Los hábitats naturales son reservorios de biodiversidad. Es el lugar donde se cumplen funciones ecológicas fundamentales que están limitadas en los sistemas productivos, como un cultivo de soja, una pastura implantada o un monte frutal. Por ejemplo, ciertos animales requieren un bosque, pastizales o humedales para tener refugio, alimentarse y reproducirse”, dice Pablo Baldassini, investigador del INIA que también participó en el trabajo. “La vegetación natural es fuente de servicios específicos para los cultivos y puede mejorar la performance agrícola, porque estos ambientes sirven de refugio para especies benéficas, como polinizadores u otros insectos que controlan plagas, que también colaboran a aumentar el rendimiento de los granos”, agrega.
Para capitalizar esta ventaja que ofrecen los pastizales y determinar políticas públicas que contribuyan a promover esta actividad y a ganar mercados en el mundo, los ministerios de Ambiente y de Ganadería, Agricultura y Pesca instaron a identificar un conjunto de indicadores que permitan medir la huella ambiental de la ganadería en biodiversidad, aire, suelo y agua. La iniciativa contó con la participación del INIA, del Instituto Nacional de la Leche y del Instituto Nacional de la Carne (INAC), y empleó cinco de los siete indicadores sinópticos utilizados en la investigación recientemente publicada.
Uno de los objetivos de tal empresa es avanzar hacia
certificaciones, tipificaciones, incentivos y regulaciones, sobre la base de un
sistema generalizable y sencillo en su implementación. “En nuestro estudio
utilizamos un diagrama de ‘flores’, donde cada ‘pétalo’ representa un indicador
y, en función de su extensión, el nivel de desempeño ambiental. A futuro,
apuntamos a que con este tipo de diagramas se pueda hacer un registro similar
al etiquetado frontal de alimentos, que agregue valor a los productos por
provenir de sistemas sostenibles”, sostiene Gonzalo Camba, docente e
investigador de la Facultad de Agronomía de la UBA.
Hacia adelante, el monitoreo de estos indicadores también permitiría conocer su evolución en el tiempo, para observar modificaciones en la cobertura del suelo y en la pérdida de hábitats naturales, y para analizar cambios en el desempeño ambiental de distintos sistemas productivos sujetos a diferentes manejos.
“Estamos pensando en ampliar estas herramientas a las
producciones hortícolas y forestales, y en desarrollar nuevos indicadores
asociados, por ejemplo, a la eficiencia en el uso del nitrógeno o del fósforo,
que pueden redundar en un mejor manejo de los fertilizantes para evitar
problemas de contaminación de los cuerpos de agua”, dice Paruelo. No obstante,
aclara que “si bien es posible utilizar este tipo de herramienta para evaluar
esas y otras producciones, será necesario seguir estudiando, adaptando y
desarrollando otros indicadores, porque las distintas actividades y sus
impactos sobre el desempeño ambiental son muy diferentes”.
La huella ambiental de la ganadería según distintos actores
Ana Laura Mello, jefa del Departamento de Protección de la
Biodiversidad del MA, afirma: “Buscamos mostrar que la ganadería uruguaya es
sostenible, para ponerla en valor y diferenciarnos de otros países productores
de carne”. Los resultados de la huella ambiental se presentaron en la
Conferencia de las Partes (la cumbre anual de la Convención Marco de las
Naciones Unidas sobre el Cambio Climático) bajo el lema “¿Es posible producir
carne de manera sostenible?”.
“En Uruguay los animales se crían a pasto. Cuando está bien
manejado, el campo natural mantiene una diversidad de especies vegetales y
permite que ese hábitat también sea utilizado por otras especies de aves o de
pequeños mamíferos. De hecho, nuestros pastizales han coevolucionado junto a
diversos herbívoros, e investigaciones muestran que precisan del pastoreo para
mantener su biodiversidad”, dice Mello.
El desarrollo de indicadores sinópticos sobre la base de
información satelital, complementados con datos tomados a campo, serían
herramientas útiles para dar un mayor sustento científico al modelo de
producción uruguayo y ayudar a poner al país a la altura de las demandas de los
mercados más exigentes, sobre todo de la Unión Europea, que apunta a comprar
carnes certificadas que en su cadena de producción no hayan generado daños en
el ambiente. Pero además, la demanda por conocer la trazabilidad de los
productos comienza a crecer entre los consumidores, para lo cual también se
está previendo generar información basada en los indicadores, que pueda estar
disponible en góndolas. “Una persona podría leer una etiqueta y saber que la
carne que está comprando proviene de una vaca que se crio en un ambiente con
70% de campo natural, por ejemplo”, afirma Mello.
Gianni Motta, jefe de Innovación del INAC, coincidió en la
necesidad de atender las mayores exigencias internacionales. “Históricamente,
los compromisos comerciales priorizaron la sanidad, la inocuidad y el origen de
los animales. Luego se agregó la alimentación, para limitar la compra de
vacunos que consumieron hormonas, antibióticos o promotores de crecimiento”,
sostuvo, y subrayó que desde 2025 se va a implementar la primera exigencia
ambiental en la historia del comercio cárnico cuando la Unión Europea sólo
compre carne que cuente con un certificado libre de deforestación.
“Con la huella ambiental buscamos definir, a partir de una
visión multiinstitucional, qué es la ganadería sostenible y cómo es posible
medirla, con datos que sean auditables y que provengan de fuentes de
información pública”, afirma Motta. “El resultado de esa primera experiencia
fue bueno porque puso en contacto a un conjunto de actores, como ministerios,
institutos de investigación y comerciales, para trabajar de manera activa en la
implementación de indicadores que arrojen información científica sobre el
efecto invernadero, la biodiversidad, los suelos, el agua y los nutrientes”,
añadió.
Motta consideró que aún queda un camino por delante para
difundir estos temas en el campo. “Los productores siempre han priorizado la
parte económica y probablemente muchos no conozcan qué son los gases de efecto
invernadero ni los compromisos del país relativos a este aspecto. En cambio, sí
tienen claro cuáles son los beneficios del campo natural, la riqueza de la
biodiversidad y muchos de los servicios ecosistémicos que provee, porque lo
observan cuando los pastizales rebrotan después de una sequía, cuando los
animales tienen abrigo y sombra en el monte, o cuando los suelos sufren menos
erosión al estar cubiertos”.
Según Marcelo Pereira, coordinador del Proyecto Gestión del
Pasto del Plan Agropecuario y presidente de la Mesa de Ganadería sobre Campo
Natural, en Uruguay existe un respaldo por la implementación de los indicadores
de desempeño ambiental. “En el Proyecto Gestión del Pasto del Plan Agropecuario,
a partir del cual monitoreamos el manejo de los recursos forrajeros de 30
establecimientos ganaderos, todos los productores mencionan tener una gran
preocupación por los temas ambientales, asociados al impacto de las sequías y a
las crisis forrajeras, y todos dicen estar haciendo algo al respecto”,
sostiene.
Según un mapeo realizado por especialistas de MapBiomas, en
los últimos 38 años Uruguay perdió el 20% de los pastizales naturales (2,5
millones de hectáreas). Como contraparte, en el mismo período la superficie
ocupada con plantaciones forestales aumentó 750% (1,1 millones de hectáreas) y
la agricultura aumentó 42% (1,3 millones de hectáreas). Actualmente un tercio
de la superficie total del país (32,3 %) está ocupada por agricultura, pasturas
implantadas o plantaciones forestales.
Más allá de estas estadísticas, los pastizales naturales
continúan siendo la principal fuente de alimento de los rodeos vacunos. Además,
por su adaptación a las condiciones de esta región, son los recursos forrajeros
que ofrecen una mejor respuesta a los fenómenos climáticos como las sequías.
“Lo único que reacciona una vez que llueve es el campo natural”, asegura
Pereira, que afirma que los indicadores de desempeño ambiental “permitirían
generar datos objetivos sobre la producción y el ambiente, para ajustar
cuestiones que hasta hoy son manejadas con información poco precisa”. En este
sentido, sostuvo que es necesario avanzar en un proceso de extensión, para que
los productores conozcan estas tecnologías y que estas se implementen en el
campo.
Rafael Gallinal, productor ganadero del Departamento de
Florida, sostiene que “los indicadores de desempeño ambiental son una
oportunidad para poder tener una visión global de Uruguay y compararse con
otras regiones. Me parece muy interesante poder tener indicadores en el espacio
y en el tiempo, de manera de poder mejorar las trayectorias, programar y
proyectar un desempeño ambiental positivo en el largo plazo”.
Marta Martínez, productora ganadera del departamento de
Lavalleja, con 100 hectáreas destinadas a la producción vacuna, coincidió. “A
algunos productores nos preocupa desde hace muchos años que el campo natural no
se está cuidando como el tesoro maravilloso que es. No se le da el valor que
debería tener. Soy la tercera generación de productores rurales en este lugar.
Mi familia siempre se alimentó del campo y quiero entregar a mis nietos un
campo en excelente estado. Entonces tenemos que buscar parámetros e indicadores
para que la producción pueda ser eficiente sin destrozar el campo natural”,
dijo.
Martínez es miembro de la Asociación Uruguaya de Ganaderos del Pastizal que está trabajando en un proyecto de ley en defensa del campo natural. “Somos una asociación que cree que el campo natural es sostenible y que las familias pueden vivir de él”, enfatiza.
Artículo: A comprehensive analysis of the environmental
performance of the Uruguayan agricultural sector
Publicación: Ecological indicators (julio de 2024)
Autores: José Paruelo, Gonzalo Camba, Federico Gallego, Pablo
Baldassini, Luciana Staiano, Santiago Baeza y Hernán Dieguez.
FUENTE LA DIARIA
.........................................................................................................................................
Octubre 12 de 2023
Desigualdades sociales y territorios rurales en Uruguay
Alberto Riella y Paola Mascheroni
lo leemos en
http://www.scielo.org.ar/scielo.php?pid=S2314-02082011000200004&script=sci_arttext
......................................................................................................
Mayo 15 de 2023
Innovaciones y desarrollo en los territorios rurales múltiples miradas
http://www.scielo.edu.uy/pdf/agro/v24nspe/2301-1548-agro-24-nspe-e366.pdf
...................................................................
Territorios rurales inteligentes
LO LEEMOS EN https://comunidades.cepal.org/ilpes/es/grupos/discusion/territorios-rurales-inteligentes.
Artículo y Foro de Discusión
,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,
LA DINAMICA ACTUAL DE LOS TERRITORIOS RURALES EN AMERICA LATINA.
Héctor Ávila Sánchez
Su lectura completa en https://www.ub.edu/geocrit/sn-45-40.htm
..........................................................................................................
TERRITORIOS RURALES Y PROCESOS DE MERCANTILIZACIÓN
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.