lunes, 18 de noviembre de 2024

 

El cambio climático intenso es ya imparable

Las razones son dos, una deriva de la ciencia positiva, la otra, de la sociología.

La atmósfera țiene hoy una concentración de CO2 de 420 ppm (partes por millón), cantidad que se alcanzó por última vez hace 5 millones de años, y una concentración de metano de 1990 partes por mil millones (ppmm). La concentración de metano hace 800.000 años oscilaba entre 600 y 800 ppmm.  Incluso si hoy mismo se dejase de emitir CO2, la temperatura de la Tierra continuaría aumentando, pues no se ha alcanzado el punto de equilibrio correspondiente a esa concentración entre la energía que llega del sol y la que emite nuestro planeta.

Mientras no se alcance ese equilibrio, la capa de hielo de las zonas polares del hemisferio norte continuará disminuyendo en extensión, año a año, y esto tiene dos efectos: 1) Las tundras desheladas de Siberia, Alaska y Canadá continuarán emitiendo metano, cuya capacidad de calentamiento de la superficie del planeta es 30 veces superior a la del CO2, y 2) La superficie que refleja la radiación incidente  que llega del sol se reduce año a año, absorbiéndose esa radiación por el suelo y la superficie del mar. El aumento de la TMG (Temperatura Media Global) de la superficie de la Tierra seguiría subiendo al menos durante 30 años, acercándose a los 2ºC de ascenso en 2050.

Las razones sociológicas son también dos: 1) Los cambios políticos en el mundo. Recientemente los estadounidenses han elegido un presidente decidido a eliminar cualquier medida tendente a reducir la quema de combustibles fósiles. La India, con 1.400 millones de habitantes no puede, sencillamente, sustituir esos combustibles fósiles en un plazo de 30 años. China, que está haciendo un cierto esfuerzo para instalar placas solares y aerogeneradores, no podrá eliminar las centrales de carbón antes de 2050, y está extrayendo petróleo y quemándolo. 2) De aquí a 2050, la población del planeta habrá aumentado en 2.000 millones de personas, que precisarán de nuevos alimentos, vivienda y transporte, y dado que lo harán en regiones no muy tecnificadas, deberán satisfacer esas demandas de energía principalmente mediante combustibles fósiles. 

Tomando en cuenta ambas realidades, es evidente que la humanidad no va a controlar la subida de la TMG.

Las zonas tropicales del planeta están esencialmente cubiertas de agua. Al calentar esas zonas se evapora más agua, manteniendo su temperatura con una subida muy limitada. Si tenemos una clase de alumnos en la cual la media de sus calificaciones aumenta en 3 unidades, pero las notas mas altas (la mayoría) solo lo hacen en 2 unidades, indefectiblemente las notas más bajas deben aumentar bastante más  de esas 2 unidades. Esto ocurre en la esfera que es el planeta. Las zonas tropicales, con mucha más superficie que las zonas polares van a aumentar, de hecho ya están aumentando, poco su temperatura, mientras que zonas polares la están aumentado en una proporción al menos doble.

Ahora bien, el movimiento de las masas de aire está controlado por la corriente en chorro polar (el “jet stream”) que rodea la Tierra en las latitudes medias a una altura de unos 11 km. El chorro polar se crea por la diferencia de temperaturas entre las zonas tropicales  y las zonas polares. Cuanto mayor es esa diferencia de temperaturas, más intenso es el chorro. Una corriente fluida que circula a alta velocidad (relativa) tiene meandros pequeños. Pero si la corriente se debilita al reducirse la diferencia de temperaturas, los meandros se hacen muy grandes.

En un planeta donde la temperatura de las zonas polares crece mucho más que la de las tropicales, la corriente en chorro se debilita, y sus meandros alcanzan desde la atmósfera encima de Groenlandia hasta las costas de Argelia, y equivalentemente en la China y en el continente americano.

En un planeta en el cual la superficie del mar está más caliente, se evapora más agua. El vapor de agua, al ascender encuentra con mayor frecuencia los meandros del chorro polar, muy fríos, condensa y precipita en cantidades considerables y a lo largo de todo el año, produciendo inundaciones cada vez más destructoras.

Puesto que el cambio climático no va a ser controlado, debemos esperar con total seguridad un incremento constante y repetido de los fenómenos atmosféricos extremos. ¿Qué podemos hacer? Los acuerdos internacionales para reducir las emisiones de gases como el CO2 y el metano no tienen el menor efecto, por las razones sociológicas que he expuesto más arriba y como vemos cada año tras finalizar la COP correspondiente.

Pero cada país, por sí mismo, y si quiere, puede tomar toda clase de medidas eficaces para adaptarse a ese cambio climático.

Por ejemplo, muchas islas y zonas costeras ya están construyendo diques para adaptarse a uno de los efectos del calentamiento de la Tierra, la subida del nivel del mar.

Las sequías pueden controlarse mediante reforestación, forzando al aire húmedo a precipitar de forma suave, mientras que las precipitaciones tormentosas pueden repartirse en grandes superficies actuando en las laderas de colinas y montañas. Otros extremos pueden ser también controlados, y personas y economía adaptarse a ellos. Hoy aún hay tiempo. Si nos esperamos 30 años, volveremos a llegar tarde.

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