Agradecemos al Profesor Roberto De Souza Rocha por este artículo que compartimos
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La gran barrera del Nilo: cómo Etiopía está construyendo la mayor presa hidroeléctrica de África
El río Nilo se presenta a menudo como fuente de vida. En
Etiopía opinan que puede serlo también de energía. De ahí que hace años sus
autoridades se lanzasen a la construcción de una gigantesca represa en el Nilo
Azul, una mega estructura milmillonaria y de tal calibre que para hablar de
ella hay que moverse entre cifras hiperbólicas: enorme son sus dimensiones,
enorme es su coste y enorme es desde luego su objetivo, que pasa ni más ni
menos que generar un cantidad de energía que permita al país duplicar su
producción anual de electricidad y ofrecer un suministro fiable al 60% de la
población que aún no está conectada a la red.
Enorme, todo sea dicho, ha sido también la polémica que ha acompañado al proyecto por sus posibles efectos en otras naciones ribereñas.
La Gran Presa del Renacimiento Etíope. O directamente GERD, por sus siglas en inglés. Lo llames de una forma u otra lo indiscutible es que el proyecto etíope es una infraestructura de calado. Tanto que, según deslizaba en 2021 Al Jazeera, sus responsables aspiran a convertirla en el mayor generador de energía hidroeléctrica de África y la séptima represa más grande del planeta.
Su ficha impresiona: la estructura de GERD alcanzará los 145
m de altura y su embalse tendrá una capacidad total de unos 74.000 millones de
metros cúbicos (m3). En cuanto a capacidad proyectada se habla de entre 6.500
MW y 5.150 MW.
¿Manejamos más datos? Sí. La estructura se sitúa
relativamente cerca de la frontera con Sudán, en el Nilo Azul, y se calcula que
ha requerido una inversión más que considerable, de entre 4.000 y 5.000
millones de dólares, que le permitirá convertirse en la mayor fuente
hidroeléctrica de África. Su capacidad superará con creces de hecho a la
central de la presa de Asuán, situada en Egipto y que se nutre del Nilo. Según
precisa la Asociación Internacional de Energía Hidroeléctrica (IHA), GERD
inundará 1.874 kilómetros cuadrados a una cota de 640 m.
Gracias a su potencial Etiopía confía en duplicar la
producción anual de electricidad nacional y dar acceso a una fuente fiable al
60% de la población que todavía no está conectada a la red. Al Jazeera señala
que la infraestructura sería además la pieza central de la nación para exportar
energía. "GERD representa un proyecto socioeconómico sostenible para
Etiopía: sustituyendo a los combustibles fósiles y reduciendo las emisiones de
CO2, contribuirá de forma significativa al desarrollo económico y social del
país y de las naciones vecinas", señalaba a FBC en marzo Moges Mekonen,
portavoz de Ethiopian Electric Power (EEP).
¿Manejamos más datos? Sí. La estructura se sitúa
relativamente cerca de la frontera con Sudán, en el Nilo Azul, y se calcula que
ha requerido una inversión más que considerable, de entre 4.000 y 5.000
millones de dólares, que le permitirá convertirse en la mayor fuente
hidroeléctrica de África. Su capacidad superará con creces de hecho a la
central de la presa de Asuán, situada en Egipto y que se nutre del Nilo. Según
precisa la Asociación Internacional de Energía Hidroeléctrica (IHA), GERD
inundará 1.874 kilómetros cuadrados a una cota de 640 m.
Gracias a su potencial Etiopía confía en duplicar la
producción anual de electricidad nacional y dar acceso a una fuente fiable al
60% de la población que todavía no está conectada a la red. Al Jazeera señala
que la infraestructura sería además la pieza central de la nación para exportar
energía. "GERD representa un proyecto socioeconómico sostenible para
Etiopía: sustituyendo a los combustibles fósiles y reduciendo las emisiones de
CO2, contribuirá de forma significativa al desarrollo económico y social del
país y de las naciones vecinas", señalaba a FBC en marzo Moges Mekonen,
portavoz de Ethiopian Electric Power (EEP).
Una obra ambiciosa… y lenta. La Gran Presa del Renacimiento
aspira a convertirse en un referente en el mapa energético de África, pero de
lo que no puede presumir es de celeridad. La construcción arrancó la década
pasada, en la primavera de 2011, y ha ido acumulado retrasos. A comienzos de
2022 de hecho el embajador de Etiopía en Moscú aseguraba a la agencia Sputnik
que la megapresa estaba aún al 83% y el pasado abril DW hablaba de que rondaría
ya el 90%.
El ritmo de las obras no ha impedido a EEP ir avanzando hacia
su puesta en marcha: en julio de 2020 se inició un proceso de llenado que ha
continuado desde entonces y en febrero del año pasado activó ya una de las 13
turbinas de la presa, lo que le permitió generar energía. Prueba de la
importancia de la cita es que estuvo presidida por el primer ministro etíope,
Abiy Ahmed, quien hace poco señalaba que en septiembre se seguirá avanzando en
el llenado de la infraestructura.
Grandes inversiones y polémicas. No todos ven con buenos ojos
la nueva represa que Etiopía ha levantado en el Nilo Azul, uno de los
principales afluentes del Nilo. Sus dimensiones y el temor al posible impacto
que pueda tener en el Nilo ha despertado recelos entre dos de sus vecinos
situados al norte, Sudán y Egipto. En el Cairo preocupa que la represa reduzca
el flujo de agua, afecte al suministro y agrave los problemas de escasez. Al
fin y al cabo alrededor del 97% de la población de Egipto vive a lo largo del
Nilo y tienen en él su principal fuente de agua.
El caso de Sudán es ligeramente distinto. Sus miedos no se
centran tanto en el suministro de agua como en la seguridad de la represa,
situada a unos kilómetros de su frontera con Etiopía. De hecho la represa
podría ofrecerle algunas ventajas, como mitigar las inundaciones que suele
padecer o incluso un suministro extra de electricidad. Con el paso de los años
su postura con respecto a la represa se ha ido suavizando y en enero el general
Abdel Fattah al-Burhan, gobernante de facto del país, llegó a asegurar al líder
etíope que ambos países estaban "alineados y de acuerdo" en todo lo
relacionado con la mega presa del Nilo Azul.
Imágenes: Office of the Prime Minister - Ethiopia (YouTube) y
EEP Fuente Xataka
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Más de un siglo después de que Europa deforestase África en busca de caucho la historia se repite, con China.
Quizás no sea tan popular como la del oro, ni esté tan de
actualidad como la del litio y las "tierras raras", pero el caucho
protagonizó su propia fiebre. Y al igual que toda fiebre económica que se
precie dejó desmanes, fortunas, grandes ganadores y aún más grandes perdedores.
Entre el último tercio del siglo XIX e inicios del XX se persiguió aquel
peculiar "oro gomoso" que brotaba de los árboles, primero en la
América amazónica y andado el tiempo en extensas zonas del Sudeste Asiático que
se deforestaron para plantar el Hevea brasiliensis y la Cuenca del Congo, donde
bajo el auspicio de Leopoldo II de Bélgica se cometieron auténticas
barbaridades. Todo para lograr un material que acabaría siendo crucial para la
industria.
Hoy la industria vuelve a mirar al caucho natural de África.
Solo que sus protagonistas son ahora algo distintos: en el nuevo tablero
destaca China.
Para empezar, memoria. A finales del siglo XV es probable que a los navegantes europeos que llegaron a Sudamérica les sorprendiera ver cómo los nativos "sangraban" árboles, con pequeños cortes en los troncos de los que manaba una líquido viscoso, espeso y blancuzco. Lo que difícilmente podían imaginarse es que aquella especie de "leche" acabaría convirtiéndose en un codiciado tesoro. De él se obtenía caucho, un material con el que luego se fabricaban zapatos, abrigos, sombreros, chalecos… Y por supuesto, tras el descubrimiento del método de vulcanizado y la invención del neumático, ambos en el siglo XIX, ruedas.
La "fiebre del caucho" se extendió entre finales
del XIX e inicios del XX por el territorio amazónico, impulsando poblaciones
como Iquitos, en Perú, y derivando ya bien entrado el XX en aventuras
empresariales como Fordlandia. La locura del oro gomoso no se limitó solo a
América. Después de que Henry Wickham lograse sacar semillas de Hevera
brasiliensis de Brasil y enviarlas al Imperio Británico, la producción se
extendió con fuerza por el Sudeste Asiático. Otro de sus grandes focos fue lo
que hoy conocemos como República Democrática del Congo.
¿Caucho "made in África"? Así es. Y su historia no
es las más edificante de los ya de por sí convulsos siglos XIX y XX. Bajo el
auspicio de Leopoldo II de Bélgica, se expoliaron recursos valiosos de lo que
por entonces se denominada el Estado Libre del Congo. Caucho incluido, por
supuesto. "Mientras Leopoldo II cosechaba las riquezas de las enormes
reservas de cobre, marfil y caucho, los congoleños se veían obligados a
trabajar para evitar sádicos castigos, desde latigazos y agresiones sexuales
hasta robo de poblados y exterminación de aldeas", explica a la cadena BBC
Sean Lang, profesor de Historia en la Universidad Anglia Ruskin.
Para sacar partido del valioso caucho del Congo, Leopoldo
otorgó concesiones a varias empresas privadas. Destacan en especial ABIR y
Anversoire, en las que el propio monarca ejercía como influyente accionista. La
primera se centró en los ríos Maringa y Lopori; la segunda ocupó la cuenca del
Mongala. En su afán por lograr "oro gomoso" en grandes cantidades
sometieron a los aldeanos a castigos cruentos y expoliaron los recursos de la
zona a medida que los incentivos económicos eran cada vez más atractivos: si en
1894 se pagaban 6,2 francos por kilo de caucho, para 1898 la misma cantidad se cotizaba
ya a más de 10. Como recuerda el CEPR, para 1905 casi se habían agotado los
suministro en la cuenca del Alto Congo.
Un salto al siglo XXI. La larga y tumultuosa historia del
caucho se ha visto marcada por capítulos importantes, como el desarrollo del
primer polímero de caucho sintetizado, en 1910, o los avances en el material
sintético logrados entre los años 20 y 30. Lo cierto, en cualquier caso, es que
el caucho natural sigue siendo un bien codiciado. Su resistencia y flexibilidad
mantienen vivo un suministro global que la BBC cifraba en 2021 en 20 millones
de toneladas anuales.
¿Hay más datos? Sí. Los que maneja Statista son ligeramente distintos, pero muestran en cualquier caso una demanda que ha ido aumentando con altibajos a lo largo de las últimas décadas: de una producción de 6,8 millones de toneladas métricas en 2000 se había pasado, ya en 2021, a casi 15. Tendencia similar registró el caucho sintético, con cerca de 15 millones de toneladas métricas el año pasado según el mismo observatorio. Las cifras de consumo que maneja ANRPC, la asociación de países productores, son considerablemente mayores.
En cuanto a su valor, Report Linker señala que las
exportaciones globales de caucho natural rozarán los 5.000 millones de dólares
en 2026, una cantidad notable, pero sensiblemente inferior a la de 2021. Entre
los grandes consumidores destaca con claridad China, seguida de lejos por la
India, EEUU y Tailandia.
¿Cuál es el papel de China? Tal y como reflejan los estudios
de Malaysian Rubber Council, el gigante asiático es un voraz consumidor de
caucho natural. Tanto, que multiplica los volúmenes acaparados por otros países
destacados en su mercado, como la India, EEUU, Tailandia o Japón. El rol de
China no se limita sin embargo a la demanda. Hace poco Daily Maverick publicaba
un pormenorizado y extenso reportaje en el que señala el papel de dos compañías
chinas en su explotación. Ambas, según el diario sudafricano, de carácter
estatal.
La primera es Sinochem International, que como reconoce en su
propia web adquirió en 2016 la singapurense Halcyon Agri para crear "la
mayor plataforma industrial de caucho natural del mundo" y ha ido
haciéndose con terrenos en el Sudeste Asiático y África Occidental hasta sumar
una plantación de alrededor de 66.000 hectáreas. La segunda es China Hainan
Rubber Industry, que hace apenas unos meses llegaba a un acuerdo para hacerse
con una cuota del 36% en Halcyon Agri, responsable a su vez de 10.000 hectáreas
de plantaciones de caucho natural en Malasia y una vasta extensión de 100.000
ha en Camerún. De hecho Halcyon recalca en su página corporativa que vela
contra el impacto negativo en la biodiversidad y los "más altos estándares
sociales y ambientales". ¿Y cuál es su huella en África? Hay voces que
advierten que al menos parte de la actividad cauchera respaldada con recursos
chinos tiene un impacto negativo en África. En 2021 Greenpeace denunciaba que
Halcyon Agri y el anterior propietario de su filial local Sudcam habían
destruido 10.000 hectáreas de selva tropical en el sur de Camerún, un área
equivalente al de París. "La dirección de Halcyon se ha burlado
sistemáticamente de las demandas de restauración del bosque", zanja.
Greenpeace no es la única que ha denunciado la situación.
Hace un año la ONG Global Witness alertaba de que las plantaciones industriales
de caucho situadas en África occidental y central habían provocado la
deforestación de cerca de 520 km2 desde comienzos de siglo, y prevenía:
"El caucho, no el aceite de palma, parece ser la mayor amenaza impulsada
por las exportaciones para los bosques tropicales de África". Tras mapear
40 plantaciones en Camerún, Gabón, Nigeria, Ghana, Costa de Marfil y Liberia,
la ONG llegó a la conclusión de que casi todas aquellas en las que se descubrió
deforestación estaban en manos de solo tres compañías: Olam y Halcyon Agri, con
sede en Singapur, y Socfin, de propiedad francesa y belga.
ás allá de la deforestación. Así es. La deforestación no es
el único impacto negativo de la industria del caucho natural. Su huella se deja
sentir también entre comunidades como la baka, que dependen de los recursos de
la tierra. El efecto de la explotación del codiciado "oro gomoso" en
sus vidas lo han reseñado también Greenpeace, Global Witness, ICRA
International y medios como Daily Maverick o la cadena AL Jazeera, que en 2018
publicó un reportaje titulado "Comunidades indígenas en riesgo por el uso
de la tierra por empresas de caucho china".
La cadena recoge la preocupación de organizaciones como WWF o
el Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR) por el impacto
social y ambiental de los proyectos de Sud-Cameroun Hevera (SudCam),
subsidiaria local, asegura, de Halcyon Agri. "Cuando destruyeron el bosque
en realidad estaban destruyendo nuestros hogares", reconocía una de las
afectadas hace poco a Daily Maverick.
Imágenes: Mountain/ \laysAsh (Flickr) y Malaysian Rubber
Council .Fuente Xataka
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